Mi
experiencia en la Asociación Ictus de Aragón (AIDA)
Además de las secuelas físicas y cognitivas, tras sufrir un ictus las personas pueden padecer cambios en el comportamiento. Por eso, me resulta complicado tratar con algunos de los pacientes, pues como consecuencia de la enfermedad pueden sufrir cambios bruscos en su estado de ánimo y, en ocasiones, son incapaces de inhibir emociones como la risa, el llanto, enfado, etc., o pasar de una a otra sin razón aparente.
Es muy duro tratar con personas a las que la enfermedad ha afectado de tal modo que han perdido la capacidad de andar, comunicarse, tragar alimentos o controlar sus emociones, pero nunca dejará de sorprenderme la fuerza de voluntad que muestran la mayoría de pacientes y la capacidad que tienen para superar la enfermedad. Es muy gratificante ver como estas personas luchan día a día para recuperarse en la medida de lo posible y adaptarse a su nueva vida.
Raquel
Ipas Lagraba