lunes, 3 de diciembre de 2012


Mi experiencia en la Asociación Ictus de Aragón (AIDA)

 

 El ictus es una enfermedad que afecta al cerebro y puede dejar diferentes secuelas. Aparece de forma repentina y como varias personas afirman “te parte la vida”. Desde el trabajo social, recibimos a todos los pacientes y tratamos de apoyarlos y orientarlos resolviendo todas las inquietudes que les puedan surgir, con el objetivo de mejorar una situación normalmente desconocida para las familias. Un cambio tan brusco en sus vidas, produce tanto en pacientes como en familiares sentimientos de angustia y estrés, y necesitan ayuda para afrontar los cambios generados por la enfermedad.

Además de las secuelas físicas y cognitivas, tras sufrir un ictus las personas pueden padecer cambios en el comportamiento. Por eso, me resulta complicado tratar con algunos de los pacientes, pues como consecuencia de la enfermedad pueden sufrir cambios bruscos en su estado de ánimo y, en ocasiones, son incapaces de inhibir emociones como la risa, el llanto, enfado, etc., o pasar de una a otra sin razón aparente.

Es muy duro tratar con personas a las que la enfermedad ha afectado de tal modo que han perdido la capacidad de andar, comunicarse, tragar alimentos o controlar sus emociones, pero nunca dejará de sorprenderme la fuerza de voluntad que muestran la mayoría de pacientes y la capacidad que tienen para superar la enfermedad. Es muy gratificante ver como estas personas luchan día a día para recuperarse en la medida de lo posible y adaptarse a su nueva vida.
  

 
Raquel Ipas Lagraba